Archive for the Después de un Concierto Category

Viaje Etéreo al Far West

Posted in Después de un Concierto on junio 2, 2009 by stanich

Imagen000Llego al renovado Cañaveral (‘Live Station’) con la sana intención de atar un viernes tranquilo con buena música y pocos excesos. El primer propósito está tirado: actúa ‘El Meister’. El segundo se complica nada más cruzar la puerta. Cuando la caña viene de parte del artista… no vas a decir que no. Sería un deshonor, motivo para batirse en duelo con aquél que se atreva. No rechaces un trago de un hombre con botas de búfalo.


Se suele hablar de expectación antes de un concierto. Pero tal vez la palabra sea escepticismo cuando oigo musitar por la barra que «no tiene muy buena pinta». No es que esté demostrado, pero a veces con la ignorancia te pitan los oídos. Me pido un whisky con hielo y me alejo de la zona cero hasta el escenario. Comienza el concierto.

Viene en plan eléctrico, con una de esas guitarras que legó en herencia colectiva el bueno de John Lee Hooker. Viene con ganas de rayar el horizonte de su repertorio, «hoy vengo etéreo», reconoce. Y lo demuestra, desde la primera canción, una pequeña historia del oeste que se crece con el tiempo. A partir de aquí, todo fue subir y subir hasta la cumbre de la montaña, tras las huellas de ‘El Topo‘, el vaquero errante de Jodorowsky que se incauta bajo la lánguida figura del cantante. Los buitres circunvalan el rito de la tribu sobre el éter, pero no pasa nada. Tengo mi whisky. Bueno, otro whisky.

De vuelta a la aldea, en el sucio bodevil, intercambio cuatro palabras con Hank. Él ya está como una cuba y el resto se lo dice solo. ‘Lovesick Blues’, y a dormirla. Los demás damos por K.O. el número circense. Continuamos nuestro camino hasta la frontera en busca de un poco de ‘Mexican Haze’. El Cañaveral se llena de humo, y en la barra se derrama el tequila. Ahora es el barman el que «no tiene muy buena pinta». Creo que ya estamos en Tijuana. Hay un mariachi sirviendo whisky a 3 pesos… «Yiiiiha!«.

La música sigue siendo buena, o mejor. Ya solo pediría al gurú que tocara ‘Attitude’, a lo Misfits, a lo Guns N’, a lo Meister, a lo que él quiera. A nosotros ya nos sobra. La toca, y deja de ser el único que suda en la sala. Hasta el suelo se derrite ante el continuo zapateo de sus botas gastadas. Fin del trayecto. Caballos al establo. Bandidos y mercenarios, echemos el último trago en lo alto de la colina, contemplando amanecer al horizonte.

Un viernes tranquilo. Soy lo peor.

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Entre Canciones y Aplausos

Posted in Después de un Concierto on marzo 27, 2009 by stanich

Por María Turienzo

La sala de conciertos del Café Teatro acogió a unas 80 personas en el concierto ofrecido por Ángel Stanich y Kike Reguera

El ambiente que se respiraba ayer en el Café Teatro bien podía haberse confundido con el de un día cualquiera, pero esa impresión se esfumaba cuando quedaba atrás el último peldaño de las escaleras que conducían a la sala de conciertos. wEbqpM15oW_CuKZaRfqS.0

La gente comenzaba a hacer cola frente a la mesa que hacía las veces de taquilla en la que poder adquirir las entradas. Había caras conocidas de aquellas personas asiduas a sus conciertos, otras que no tanto, todas ellas expectantes a los últimos preparativos que auguraban el inicio del espectáculo.

Tras una demora de media hora, por fin comenzaron a escucharse los primeros acordes de la particular Tarjeta de visita del intérprete y compositor santanderino Ángel Stanich. Acostumbrados a verle salir a escena con su guitarra, su atril y su inseparable armónica, fue grato contar con la presencia del palentino Kike Reguera (miembro de The Clippers) en el escenario.

Juntos consiguieron llenarlo, cuestión que tampoco fue demasiado difícil debido a las reducidas dimensiones del mismo. Las 70 personas que acudieron a la cita no se mostraron excesivamente efusivas en un primer momento, sin embargo, no dudaban en aparcar sus vasos y dedicarles sus más sinceros aplausos. No obstante, se trataba de un público exigente que, por un módico precio, quería ser seducido no sólo por la música, sino también por la puesta en escena.

Pero como todo un maestro de ceremonias, el santanderino supo salir al paso y encandilar a la gente con algún que otro toque de humor que no pasó desapercibido para los allí presentes. De esta manera, consiguió conectar con el público de una forma claramente acertada, aspecto que no se le puede atribuir a su acompañante que se mostró bastante más retraído a lo largo de todo el concierto. Tal vez esto se deba a que, para Reguera, ésta era su primera actuación en la capital castellanoleonesa y decidió anteponer el respeto hacia un público, en su mayoría nuevo para él, frente a los deseos del respetable por formar parte de la actuación. No obstante, también pudo contar “con el apoyo de la gente que me quiere y eso es algo que siempre te hace sentir mejor”, cuenta el palentino.

Aún así, el show no había hecho más que comenzar. Cuando finalizó el sexto tema, en el cuál los asistentes se empezaron a mostrar mucho más receptivos y animados que en los anteriores, Guille Aragón (componente de The Jackets) subió al escenario para introducir un toque de percusión en el repertorio que ofrecían esa noche. Irrumpió en las tablas, despejó su cajón flamenco (utilizado hasta ese momento como una especie de mesa auxiliar en la que apoyar los trastos), y la música empezó a vibrar con cada golpe de cajón y de shaker, otro de los instrumentos elegidos por Guille Aragón para la ocasión.

Ángel Stanich y sus secuaces consiguieron con su música trasladar a los espectadores hasta los lugares más inverosímiles, desde Manhattan hasta una granja en la que el tío Sam procuraba escaparse del contrabando. Las historias que cuentan las canciones del de Santander se basan en “experiencias personales, lo que veo, el cine de gánsters, la propia música, las causas perdidas y, también, en los amores y desamores”, declara Stanich. Además, asegura que “nunca es mal momento para componer pero suele ser en tiempo de reflexión y, dependiendo de tu estado de ánimo, te apetece más hacer un blues, una canción más folk o algo cañero”.

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Tras el descanso, tiempo en el que algunos de los asistentes abandonaron el recinto, el ambiente se caldeó de manera notable y las palmas abarrotaron la sala de conciertos del Café Teatro acompañando el ritmo de los artistas. Desafortunados todos aquellos que huyeron ya que no pudieron presenciar el que sería el clímax de la actuación. Parte en la que el cantautor Ángel Stanich y el guitarrista Kike Reguera se crecieron y aumentaron lo decibelios animados por el énfasis de los concurrentes más aventureros que aguantaron hasta el final.

Ayer, Stanich consiguió hacer frente a un par de asignaturas pendientes. La primera de ellas, subirse a un escenario con José Carreño, quien saltó la barra del bar para deleitar al público, ya bastante exaltado, con los temas Calle niña bonita y Tony Soprano. El segundo reto lo superó con éxito. Consiguió que sus actuaciones en solitario se vieran complementadas con las actuaciones de sus acompañantes. Por fin el público pudo disfrutar de su música con un toque diferente que hizo que adquiriese garra y contundencia, aunque no en todos los casos.

Tampoco faltó el estilo personal del hacedor de canciones que, al más puro estilo Bob Dylan, se convirtió en hombre orquesta armado de guitarra y armónica para contar el relato de una Vieja Gloria que al parecer tenía algún que otro parecido con el chico de la primera fila, todo un “mister causa perdida”.

Un repertorio que fluye entre el folk, el country, el old school rock y el acousticblues, mezclado con referentes personales del autor como Dylan, Springsteen, Blur, Quique González, The Beatles y Andrés Calamaro, entre otros, fueron los elementos que perfectamente integrados dieron como resultado un espectáculo a la altura de un público decente del que se despidieron con los últimos acordes y un “hasta siempre” que deja abierto todo un mundo de posibilidades.

Noche de Crock&Roll

Posted in Después de un Concierto on febrero 24, 2009 by stanich

El pasado viernes Dr. Sapo volvió a la ciudad con su Crock&Roll, esta vez en formato acústico, y con su segundo disco bajo el anca: Territorio Apache. Sala Wallaby, a eso de las 23 horas, (tras la actuación de un artista invitado que os tiene que ir sonando), Miguel de Lucas (voz y guitarra) y Loren (percusiones), dos auténticos fenómenos en el bis a bis, salieron poco preocupados y convencidos de meter a todos los asistentes «en la charca».drsapo

Lo hicieron con la naturalidad de quién cuenta un chiste malo entre colegas. La gracia y el desparpajo son sin duda señas de identidad de este grupo alcarreño (muy en la onda de Los Delinqüentes o su amigo Albertucho). Miguel domina los tempos del concierto a la perfección y, en este caso, Loren solito se bastó para dar la réplica y propinarle el toque rumbero al repertorio que tanto jaleó el personal (como en la festiva ‘Campo Pa’ Correr’).

Pero no todo fue dar palmas. Miguel se puso un ratito íntimo, y desempolvó de su baúl viejas canciones de juventud a la sombra de un Jack Daniels con hielo (“a la primera novia que tuve”, decía introduciendo una de ellas). Entre todas aquellas letras de amor puede que haya más de una buena canción que grabar cuando dejen atrás Territorio Apache.

‘Si mi sol’, ‘Sam’, la cubanita del ‘Taka Taka’, la propia ‘Territorio Apache’, ‘Perdí las Alas’, ‘Tarzán ha vuelto’… (Otra inédita que, sin embargo, ya es una referencia en las giras) todas hicieron las delicias de un público amigo. Amigo o muy “rana”, porque los carnavales y otros eventos de por medio, sumado a que Wallaby no queda precisamente por el centro, dieron mucho más mérito al hecho de ver la sala prácticamente llena. Y es que Dr. Sapo tiene tirón. Pero ante todo mucho arte. “Al tran tran”, como a ellos les gusta. Un placer.

‘Mentiroso Houdini’

Posted in Después de un Concierto on diciembre 19, 2008 by stanich

Al fin llegó la hora de disfrutar de Iván Ferreiro en solitario después de tres discos y 10 años de intentos fallidos (¡Imperdonable!). Había más que ganas. Había ketamina en el ambiente. Personalmente, acometía el concierto con menos euforia que la media, pero con la espinita del rock&roll (en su versión masiva) clavada desde que pasara Quique González y su Aristocracia del Barrio por la Sala Mambo.

i3231Cuando la afable azafata nos acompañó a nuestras butacas, emplazadas en uno de los fastuosos palcos del Teatro Calderón (mi primera vez), acostumbrado a bregar por un hueco entre la multitud, temí que la espina ahondara aún más en mi sazón con mi trasero sentado en tan cómodos aposentos. Qué poco conocía a Iván Ferreiro…

Creí que un hombre tan pequeño no llenaría tanto escenario. Creí que no me haría votar de mi asiento. Llegué a conjeturar en mi mente perversa que escucharía una hora larga de poca sorpresas y que el vigués se quitaría esta fecha aplazada con poco más que oficio. Y aunque Iván posee mucho más oficio de lo que aparenta tras su aspecto timorato, está claro que puso toda su magia en el espectáculo que brindó en el Calderón.

“Houdini” estuvo cerca de dos horas seguidas sobre el escenario del histórico teatro pucelano. A nadie se le hizo largo. Los más adeptos tardaron pocos compases en convertir sus asientos en convidados de tela. Los más escépticos (que ya éramos 25 euros menos “escépticos”) terminamos por dejarnos de tonterías. Un circo de lujo con butacas vacías.

Hubo tiempo suficiente para que Iván se deslizase por su repertorio desde su último LP hasta ‘Los Años 90’ de Los Piratas (detalles que agradece el recuerdo). Debilidades propias fueron y son temas como ‘Rocco Sigfredi’, ‘Piensa en Frío’, ‘Más de Una Vez’… y ahí quedaron ‘Extrema Pobreza‘ o ‘Toda la Verdad‘. Ni el lapsus en ‘El Viaje de Chihiro’ pudo impedir a Ferreiro transportarnos a su hermoso imaginario de siglas y cuerdas (mención especial para el entregado Hammond de Ángel Sáenz).

Íntimo y personal remate de velada con ‘El Equilibrio es Imposible’ a capela, un romántico S.P.N.B, y ‘Turnedo’ como gran número final y «valor para marcharse». La voz de Iván ‘Mentiroso Houdini’ Ferreiro arrancó de cuajo la espinita clavada. Se olvidó de ‘Mentiroso Mentiroso’, pero ¿Qué quieren que les diga? Antes eché de menos no haberlo acompañado todo, la noche y la compañía, con una generosa cerveza.

Iván Ferreiro en el Café Teatro

Las Armas de Mr. González

Posted in Después de un Concierto on noviembre 9, 2008 by stanich

6sl6l2idnxnry58zflxv0Era la segunda ocasión que Quique González pisaba tierras vallisoletanas este año, y la expectación se podía respirar en la Sala Mambo tras el memorable precedente en el auditorio de la Feria de Muestras. Estrenaban fin de gira, él y su Aristocracia del Barrio, y “estrenaban” también un set list compuesto a partir de los temas favoritos del público del madrileño, votados a través de su web. En el caso de este jueves, fueron 26 canciones. 26 canciones de “avería y redención”. La “redención” fue de cuenta del público incondicional; la “avería”, cosas de Quique. Me explico.

Quique comenzó frío, aunque como es habitual se fue metiendo poco a poco al público en el bolsillo, gracias a la quinésica que ha ido limando con el paso de los años. Mas las carantoñas y la complicidad con el respetable, en teoría más fácil de generar en las pequeñas salas, no hacían obviar que Quique parecía a punto de lanzar una de sus guitarras al maldito foco deslumbrante que estaba azotando las retinas del cantautor.

A pesar del citado «boicot luminoso», parecía entonarse. Pero fue eso precisamente lo único que nunca terminó de producirse. Mientras la Aristocracia daba ávida cuenta de su nobleza, valía, y consumación como banmiklrkhir2lmcla3j2y01da (ojo al “Niño” Pedreira a la guitarra, dominio e imaginación) y todo empezaba a sonar “como tiene que sonar”, el bueno de Quique no terminaba de encontrar su voz. Y por más que buscó y rebuscó entre sus registros, no encontró la onda. Supo que esta noche tendría que echar mano especial de tablas y aprovechar que casi todos no teníamos problema en desgañitarnos para corear emblemas como ‘Vidas Cruzadas’ o ‘Cuando Éramos Reyes’. Si a ello sumamos su ya clásico piano tuneado a lo Ford Capri, es evidente que Quique cuenta con las suficientes armas para poder salir airoso de una noche tonta.

Pero la garantía de calidad más fiable, la marca registrada de cualquier actuación de Mr. González son sus canciones, sin dudarlo un segundo. ‘Me Agarraste’ te agarra fuerte aún sin Drexler. Del ‘Rompeolas’ siempre te acabas acordando (de aquella…). Y es imposible no caer en la tentación de un “pequeño rock&roll sudando en el jardín”. Pero ¡¿Què vamos a decir desde aquí del tipo que compuso ‘Dos Tickets’?! Para acabar con más juegos de palabras: pase lo que pase, aunque le mande alguno a recoger con los ‘Backliners’, mientras pueda balbucear con Quique siempre ‘Hay Partida’. La verdad, en el fondo no estuvo tan mal…